El sector agrario tradicional siempre ha aprovechado sus subproductos. Lo que no se vendía en el mercado o se reutilizaba pasaba a alimentar a los animales o, en último término, a abonar la tierra para la próxima cosecha. La moderna industria agrícola ha reinventado esta estrategia de reutilización que se estaba perdiendo a través de la ahora conocida como economía circular. No se trata de una moda sobrevenida por la conciencia medioambiental de productores y consumidores, sino de una iniciativa que partió de Europa a mediados de esta década y que ahora se extiende en la Región.
El 2 de diciembre de 2015, concretamente, la Comisión Europea publicó un documento titulado ‘Cerrar el círculo: un plan de acción de la UE para la economía circular’. Su objetivo era reducir «al mínimo la generación de residuos» en toda la economía, y no solo en la agricultura, a la que la nueva política afecta particularmente. La iniciativa también contribuye «a crear nuevas oportunidades empresariales» y evita los daños inherentes a «la utilización de los recursos a un ritmo que supera la capacidad de la Tierra para renovarlos». Con todo ello, la UE pretende alcanzar un ahorro neto de hasta 600.000 millones de euros para los Estados miembros, lo que equivale a un 8% del volumen de negocios anual, y reducir a la vez las emisiones de gases de efecto invernadero entre un 2 y un 4%. Un buen pellizco de todo ello, aunque sin cuantificar, beneficiará al saldo anual de la agroindustria.
De momento, ya hay iniciativas para reaprovechar las hasta ahora enormes pérdidas que se generan entre la recolección de los productos hortofrutícolas y su consumo, y que la Comisión Europea cifra en un tercio de la producción mundial. Investigadores como la catedrática de Fisiología Vegetal de la Universidad de Murcia, María Ángeles Pedreño (la imagen es de su laboratorio) y el profesor emérito de la Universidad Politécnica de Cartagena Francisco Artés Calero, además de iniciativas de entidades como el Centro Tecnológico Nacional de la Conserva, con sede en Molina de Segura, ya estudian cómo aprovechar en la propia industria alimentaria o en otras, incluida la medicina, los subproductos que hasta ahora se desperdiciaban tras la recolección de brócolis, limones o lechugas, por ejemplo. Oficialmente, la ‘Estrategia de Economía Circular de la Región de Murcia’ arrancó en septiembre de 2017, cuando el Consejo de Gobierno autónomo acordó impulsar una iniciativa que, como muchos otros avances, vino impulsada desde Europa.